martes, 17 de enero de 2017

El señor que convierte monedas en anillos

Máximo Ramón Cardozo estaba en la plaza de Uyuni, una mesita modesta de madera vieja, en un platito hondo monedas de diferentes países, la mayoría antiguas, que ha conseguido en uno de sus múltiples viajes a Buenos Aires, y anillos de todos los tamaños que ofrece este señor.

Cuando uno se acerca puede darse cuenta que esos aros son elaborados con las monedas que se exhiben sujetados en unos clavos, llama la atención porque en los anillos casi siempre quedan inscritos los nombres de los países a los que pertenece determinada moneda.

Y cuenta Cardozo que aprendió este oficio cuando era muy pequeño, de 10 a 11 años porque había visto a alguien, a quien ya no recuerda, que hacía anillos.

A sus 30 años se fue a Mar del Plata, Argentina, ya que él es natural de Salta, pero suele radicar en Ushuaia cuando no está viajando a otros países, en la playa no se admitía a vendedores ambulantes, oficio al que se dedicaba, y vio que los únicos que no eran alejados de ese lugar eran los artesanos, entonces recordó que sabía hacer anillos, ahí salió el artesano ante la necesidad que tenía de sobrevivir.

Un fierro de forma cónica, unas tuercas de diferente tamaño y un combo, esas eran sus únicas herramientas de trabajo, de manera sencilla es como va forjando los anillos.

Realiza una demostración, pone la moneda en un cuenquito, y con la herramienta cónica, que parece un clavo gigante la va golpeando y desgastando, el metal de la moneda cede y se va formando el hueco, en un cajón de madera que tiene más allá coloca el anillo y lo va limando para que quede más liso y no lastime.

Y mientras va golpeando va cambiando de tuercas de diferente tamaño, para llegar a la medida que se busca, labor que según él le toma una hora aproximadamente.

También explica que las monedas como el Euro son demasiado duras y el centro se separa de los bordes por ser de diferente metal, por lo que, según él, no son buena materia prima, por lo que prefiere utilizar monedas antiguas, que dice, son las ideales para forjar los aros.

Además consigue monedas de todos los rincones del mundo, como Corea, Suiza, Israel, Italia, Reino Unido y otras, que consigue en Buenos Aires, allá las compra, alguno que otro turista le regala monedas pero son pocos, así que prefiere pagar por ellas.

Cada moneda cuesta desde dos pesos argentinos, pero hay hasta de 50 o más, de acuerdo a la moneda.

Este artesano va de gira por diferentes países ofreciendo sus artísticos anillos, pero no se anima a ir a Europa y Estados Unidos porque le parece dificultoso hablar el inglés y eventualmente visita Uyuni, desde hace 20 años, pues su vida es un constante devenir.

Es de esta manera que este hombre demuestra que para sobrevivir no hace falta más que buena voluntad y algo de imaginación, pues cualquier trabajo por humilde o esforzado que sea, mientras sea honrado siempre será digno.



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